A mí me dio mucha pena el niño y decidí dedicarle un relato pequeño en el que le puse el nombre de Fausto. Poco después se lo presté a un amigo y este me dijo que quería saber más cosas sobre el personaje por lo que decidí que para su cumpleaños (para el que faltaban dos meses) tendría preparado un dossier (que serio suena para lo que al final fue) sobre lo que el futuro le depararía al personaje así como un relato sobre la primera vez que escuchó la voz en su cabeza.
Llegó el día de su cumpleaños y le regalé ese presente que iba con dibujos de los míos (esta vez los niños diabólicos tenían una razón jeje) y con alguna información extra sobre el personaje "histórico-fantástico" al que le ultrajé el nombre.
Mi amigo se quedó encantado, las 50 páginas se las devoró en un sólo día y me pidió más, quería saber mucho más sobre todo el mundo de la Escuela Otoño diciéndome una y otra vez "¿Por qué no escribes una novela, tienes material de sobra?" y yo le decía que no podía, que estaba con LdI y que no quería despistarme aún más pero él no se dio por vencido y tras muchas conversaciones con él surgió su nombre final "Escuela Otoño: para jóvenes con problemas y perturbados" obviamente ese no sería el nombre que tendría oficialmente sino un cariñoso mote y un guiño hacia el personaje del director de la escuela que tiene cierta tendencia a decir la palabra perturbado (según mi amigo porque él es uno).
El caso es que este verano, cuando terminé de escribir por fin la segunda parte de Libros Perdidos hablé con él para que me contara que es lo que recordaba de la historia que yo le había contado y él me lo describió con tal detalle que no pude resistirme a trazar una novela.
Al principio iba a ser fiel a la idea inicial, Fausto sería su protagonista y la Escuela Otoño sería una institución para enfermos mentales. Pero había algo que no me convencía. La historia estaba ambientada en una época un poco peliaguda para hablar de ella, la Guerra Civil (los que me conocéis sabéis el respeto que me da ese período de nuestra historia) por lo que pensé que tenía que hacer algo.
Quería escribir sobre esos personajes pero algo me decía que no serían los protagonistas de la novela. Entonces mi amigo me habló por primera vez de una serie española llamada "El Internado" y allí sucumbí porque él me dijo que cuando la había comenzado a ver no había podido evitar acordarse de mi idea y me recomendó verla.
Eso hice, las tres temporadas y tuve mi respuesta. Ya sabía como hacer la historia. Un salto temporal. Mis protagonistas serían del presente mientras que mis personajes iniciales se quedarían en el pasado (y algunos en ambas partes).
Así nació Escuela Otoño y después de un mes con un trauma morrocotudo, pesadillas y la certeza de que esta novela nunca llegará a publicarse... la terminé.
Se titula El místico grupo de la Escuela Otoño, su protagonista se llama Diego y desde el principio esconde uno de los grandes secretos de la novela.
- Diego...
- ¿Qué pasa?
- Tengo miedo.
- Hay veces que tener miedo no es suficiente para retirarse.
1 comentario:
Darling, te quiero... y un día de éstos te robaré tus musas ;)
¡pero cómo puedes tener tanta imaginación!!!
Ains!
Publicar un comentario