martes, 9 de diciembre de 2008

Halo y los Cuatro Horrores

Últimamente hay personaje que me ronda la cabeza, digo últimamente refiriéndome a un mes, el día 9 de noviembre del 2008 escribí esta anotación en mi libreta:
"Cabello grisáceo y ojos oscuros algo nublados. A primera vista parece un hombre entrado en edad o incluso anciano pero tiene sólo diecisiete años y su nombre es Halo"
Esa es la primera referencia a Halo, antes de haber soñado con él el jueves pasado y desde entonces he estado reflexionando porque me gustó el sueño. La verdad es que en él, Halo sólo es un personaje muy secundario, es el vendedor de una tienda de artículos de magia en la que entraba el protagonista (como no, tenía que ser un chico).
Lo curioso del sueño, realmente, es la tienda en sí porque a mí me pareció que era una especie de bazar del horror pero me encantó porque según entra allí iba pensando qué podía ser cada cosa y eso me gustó mucho.
La cuestión es que cuando Johann entra en ella pregunta por un artefacto en concreto y Halo le atiende porque su padre ha salido a comprar. El chico lo consigue y justo antes de irse, el vendedor le pregunta si le gustaría ver la trastienda porque es mejor que lo que se ve a simple vista.

Ese era más o menos el principio, el caso es que cuando me desperté tuve la certeza de que empezaría a escribirla después de terminar con Los Cazadores de Libros ya que me he dado cuenta de lo mucho que la estoy posponiendo (y yo que pretendía tenerla terminada para antes de empezar el 2009... que inocente soy)

Halo le miró con sus grandes y llamativos ojos mientras Johann deambulaba por entre las estanterías. Los labios del muchacho se curvaron hacia arriba y se acercó al comprador con elegancia y astucia.
- ¿Puedo ayudarte en algo? - preguntó Halo.
Johann dio un respingo porque no le había escuchado acercarse a él, ese fue el primer momento en el que se fijó que ese individuo que en un primer momento le había parecido un viejecito de cabello blanco era un chico incluso algo menor que él cuya mirada parecía investigar hasta lo más recóndito de los pensamientos. El comprador tragó saliva y trató de calmarse tocándose el pelo.
Odiaba esa dichosa manía.
- Estaba buscando esto - le tendió la hoja del libro que había arrancado y Halo lo miró críticamente. - ¿No lo tienen? - preguntó Johann a punto de rendirse.
Los mechones blancos le rozaron la nariz cuando el muchacho se dio la vuelta en una dirección concreta, el otro se apresuró a seguirle.
El vendedor se detuvo frente a un estante en concreto y tarareó una canción enfermiza que a Johann le recordó a su abuelo. Se sintió mal.

4 comentarios:

Grace dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Marta Cruces Díaz dijo...

Pero si yo no he borrado nada *llora*

Grace dijo...

Se me eliminó el comentaRIO? clARO, ASÍ ES COMO NO TIENES NI UN COMENTARIO xD

Marta Cruces Díaz dijo...

Tienes razón ¬¬ alguien me borra los comentarios por eso nadie me habla...
Bueno, al menos pude leerlo que ya es algo así que te diré que muchas gracias por preocuparte por lo de ayer ^^ y que ya hablamos tú y yo si los ordenadores no nos lo impiden ¬¬ (de lo contrario te llamaré a casa...)