Título: La renegada Segunda parte de la trilogía La espía traidora
Autora: Trudi Canavan
Editorial: Plaza & Janés
Palabras clave sobre el género: Fantasía, épica, misterio, investigación, sociedad
Puntuación total: 4/5
Edición: 3/5
Narración: 4/5
Diálogos: 4/5
Personajes: 4/5
Relaciones: 4/5
Autora: Trudi Canavan
Editorial: Plaza & Janés
Palabras clave sobre el género: Fantasía, épica, misterio, investigación, sociedad
Puntuación total: 4/5
Edición: 3/5
Narración: 4/5
Diálogos: 4/5
Personajes: 4/5
Relaciones: 4/5
Hace casi un año reseñaba La misión del embajador que significaba mi regreso a las tierras de Kyralia y Sachaka y lo disfrutaba muchísimo. A pesar de ello no fue hasta el verano que retomé la lectura de esta trilogía con La renegada y me reencontré con estos grandes personajes mientras disfrutaba de unas vacaciones en la playa. Y estoy muy convencida de que muchos de ellos desearían cambiarse conmigo en ese preciso instante.
Como siempre y antes de comenzar, quedáis avisados de que la reseña contendrá información de las novelas predecesoras a esta y no es demasiado recomendable leerla si no las habéis leído.
Los acontecimientos que cerraron La misión del embajador continúan su acción en esta. Lorkin se aclimata a su situación como invitado forzoso en la ciudad de los Traidores. Ellos, sobre todo las mujeres, le tratan con desconfianza pero él decide aprovechar la situación para aprender más de ellos y de su sabiduría mágica. Sonea, por otro lado, goza de mayor libertad tras lo sucedido con Lorandra y continúa trabajando con Cery para encontrar a Skellin, así como para desarticular el comercio de craña que se está extendiendo demasiado. Dannyl, aún en Sachaka, debe encontrar el equilibrio entre las relaciones sociales, la inestable paz con Kyralia y su investigación sobre la magia superior.
También se une un nuevo hilo narrativo con Lilia, una estudiante de los plebis en el Gremio, que me trajo recuerdos de La aprendiz, por ese ambiente de escuela de magia y problemas típicos de adolescentes. Su trama resulta de lo más atractiva desde el principio, no solo por cómo se ve envuelta en unas circunstancias mágicas, sino por la construcción del personaje en sí. Ella tendrá que luchar contra la desigualdad que sigue existiendo entre los finolis y los plebis y contra su propia concepción del bien y el mal.
Así como en la novela anterior tenía la nostalgia por la evolución de los personajes que había dejado veinte años atrás, en esta me reencontré con ellos sabiendo lo que me esperaba. Sonea continúa siendo esa protagonista de armas tomar que solo quiere lo mejor para su hogar. Sus preocupaciones siguen creciendo y se les suma la inesperada vuelta de un viejo amor al que dará mucho gusto ver. Dannyl nada entre incertidumbre tanto en el mundo académico como en sus relaciones sentimentales y aún se sentirá más presionado por la aparición de Tayend, a quien dejó sin explicaciones en la novela anterior. Este embajador volverá a llevarnos de viaje por tierras desconocidas en pos de una búsqueda ancestral muy intensa.
Pese a la importancia de ambas tramas, creo que Lorkin y su estancia con los Traidores se lleva todos los focos de esta novela. No solo su relación con Tyvara o los problemas que tendrá cuando deba decidir si utilizar la sanación mágica para curar una enfermedad que merma a los más inocentes, también su evolución al descubrir que no todo es como le habían explicado en el Gremio. También Lilia, a la que os he presentado previamente, me ha enganchado, es un punto de vista inocente y novedoso entre tanto personaje que está bien escarmentado. Está en la edad de equivocarse, tomar malas decisiones y tratar de arreglar las cosas como bien puede.
Una vez más Trudi Canavan me dejó completamente emocionada con la novela. Siempre os digo que tiene algo especial en el que conjuga un mundo, que cada vez se expande más, mágico con sus particularidades con personajes emotivos y tridimensionales. Su fantasía es muy particular y aprovecha este contexto para tratar temas que en nuestro día a día podemos llegar a enfrentar. La traición, adicciones que se transforman en enfermedades, problemas sentimentales y todo tratado con un respeto y claridad admirable.
La renegada es una novela que conjuga el misterio, la acción y una conciencia social en un mundo original dotado de vida propia. Sus personajes te enamoran con su complejidad y simpatía, además de tenerte en vilo durante gran parte de la novela.
Cita:
Como siempre y antes de comenzar, quedáis avisados de que la reseña contendrá información de las novelas predecesoras a esta y no es demasiado recomendable leerla si no las habéis leído.
Los acontecimientos que cerraron La misión del embajador continúan su acción en esta. Lorkin se aclimata a su situación como invitado forzoso en la ciudad de los Traidores. Ellos, sobre todo las mujeres, le tratan con desconfianza pero él decide aprovechar la situación para aprender más de ellos y de su sabiduría mágica. Sonea, por otro lado, goza de mayor libertad tras lo sucedido con Lorandra y continúa trabajando con Cery para encontrar a Skellin, así como para desarticular el comercio de craña que se está extendiendo demasiado. Dannyl, aún en Sachaka, debe encontrar el equilibrio entre las relaciones sociales, la inestable paz con Kyralia y su investigación sobre la magia superior.
También se une un nuevo hilo narrativo con Lilia, una estudiante de los plebis en el Gremio, que me trajo recuerdos de La aprendiz, por ese ambiente de escuela de magia y problemas típicos de adolescentes. Su trama resulta de lo más atractiva desde el principio, no solo por cómo se ve envuelta en unas circunstancias mágicas, sino por la construcción del personaje en sí. Ella tendrá que luchar contra la desigualdad que sigue existiendo entre los finolis y los plebis y contra su propia concepción del bien y el mal.
Así como en la novela anterior tenía la nostalgia por la evolución de los personajes que había dejado veinte años atrás, en esta me reencontré con ellos sabiendo lo que me esperaba. Sonea continúa siendo esa protagonista de armas tomar que solo quiere lo mejor para su hogar. Sus preocupaciones siguen creciendo y se les suma la inesperada vuelta de un viejo amor al que dará mucho gusto ver. Dannyl nada entre incertidumbre tanto en el mundo académico como en sus relaciones sentimentales y aún se sentirá más presionado por la aparición de Tayend, a quien dejó sin explicaciones en la novela anterior. Este embajador volverá a llevarnos de viaje por tierras desconocidas en pos de una búsqueda ancestral muy intensa.
Pese a la importancia de ambas tramas, creo que Lorkin y su estancia con los Traidores se lleva todos los focos de esta novela. No solo su relación con Tyvara o los problemas que tendrá cuando deba decidir si utilizar la sanación mágica para curar una enfermedad que merma a los más inocentes, también su evolución al descubrir que no todo es como le habían explicado en el Gremio. También Lilia, a la que os he presentado previamente, me ha enganchado, es un punto de vista inocente y novedoso entre tanto personaje que está bien escarmentado. Está en la edad de equivocarse, tomar malas decisiones y tratar de arreglar las cosas como bien puede.
Una vez más Trudi Canavan me dejó completamente emocionada con la novela. Siempre os digo que tiene algo especial en el que conjuga un mundo, que cada vez se expande más, mágico con sus particularidades con personajes emotivos y tridimensionales. Su fantasía es muy particular y aprovecha este contexto para tratar temas que en nuestro día a día podemos llegar a enfrentar. La traición, adicciones que se transforman en enfermedades, problemas sentimentales y todo tratado con un respeto y claridad admirable.
La renegada es una novela que conjuga el misterio, la acción y una conciencia social en un mundo original dotado de vida propia. Sus personajes te enamoran con su complejidad y simpatía, además de tenerte en vilo durante gran parte de la novela.
Cita:
«Yo habría creído que era el hecho de habernos criado en un entorno similar, en lados distintos de la barrera. Pero en realidad nos une la magia. Y la magia no discrimina entre ricos y pobres, del mismo modo que tampoco distingue entre buenos y malos.»