lunes, 9 de julio de 2012

El Relojero (III)

¡Hola! ya es lunes otra vez y para empezar la semana, os traigo la tercera entrega de El Relojero que espero que os esté gustando. Ya sabéis, dejarme comentarios abajo con críticas y opiniones y las leeré encantada =)

Por si no habéis leído el principio del relato, os dejo los links aquí abajo:
Primera parte
Segunda parte

El Relojero

Desperté de nuevo en mi cama y me pregunté cuánto tiempo llevaría durmiendo para estar sintiendo como si me hubiera pasado por encima un autobús. Alguien tocó la puerta de mi habitación pero entró antes de que yo pudiera contestar, vi la figura de mi padre recortada en el umbral e intenté incorporarme.

—Déjalo, Marco —me dijo lentamente mientras se acercaba a los pies de mi cama.
Me observó desde allí y supe que conocía lo que me había ocurrido.
—¿Qué es lo que ha pasado? —pregunté con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso ahora, descansa lo que necesites y después hablaremos.
Quise insistir pero me sentía tan cansado que cerré los ojos y me abandoné nuevamente al sueño.

No supe cuanto tiempo estuve durmiendo pero cuando abrí los ojos estaba reconstituido completamente y salí de la cama de un salto. En ese momento fui consciente del peso que tenía alrededor del cuello. Me miré y vi el reloj de mi abuelo, ese objeto era lo que la chica de ojos ambarinos había intentado arrebatarme y que yo había protegido con tanta vehemencia.

Lo acaricié pensativamente y me percaté de lo frío que estaba al entrar en contacto con mis dedos. Salí de la habitación y llamé a mi padre sin mucha convicción ya que con la cantidad de luz que había en la casa, seguramente estaría trabajando.
—Ha salido para comprar algo de comer —me dijo una voz que provenía del salón.

Me encontré a mi abuelo sentado en su sillón orejero leyendo un libro con una copa de vino al alcance de su mano. Sonreí y me tiré en el sofá al lado de él, aspirando el aroma tan familiar que despedía.

—¿Por fin has dejado de dormir? —asentí lentamente y él se rió—. Hay que ver lo lirón que eres.
—¿Cuánto he estado durmiendo? —pregunté.
—Unas treinta horas más o menos —alcé las cejas incrédulamente—. No me mires así, eres tú el que parecía incapaz de abandonar la cama.
—¿Qué es lo que está pasando?
—Esa pregunta te la tiene que responder tu padre —mi abuelo cerró el libro y me miró—. No le puedo arrebatar ese honor.

Supe que no iba a conseguir sonsacarle nada más por lo que me puse en pie y fui directamente a la ducha porque, si efectivamente, había estado durmiendo treinta horas, debía oler a cerrado como poco.

Me puse bajo el chorro de agua templada y mis músculos fueron tensándose y relajándose alternativamente. Alcé la cara hacia el agua y pensé que era la misma sensación que cuando llovía torrencialmente, eso me llevó a recordar el enfrentamiento con la chica misteriosa y estuve a punto de resbalarme en la ducha.

En ese momento sonó la puerta y la voz de mi padre me sacó de mi ensimismamiento.
—Marco, voy a hacer la comida, no tardes en salir.
—No tardo —le contesté al tiempo que apagaba el agua.

Salí, empecé a secarme y vi que no me había quitado el reloj para ducharme. Fruncí el ceño porque yo siempre me lo quitaba aunque fuera sumergible pero había sido algo inconsciente la sensación de no querer desprenderme de él.

Salí de la ducha completamente reluciente. Mi padre y mi abuelo habían puesto ya la mesa y me esperaban charlando animadamente hasta que centraron sus miradas en mí. Ambos me sonrieron.
—Siéntate, hijo, tenemos que hablar de algo muy importante.


El Relojero es un relato inédito y original de Marta Cruces Díaz, administradora de El Cuaderno de Ireth 2012

Cuarta parte

2 comentarios:

Elena:) dijo...

Oye no puedes dejarnos así!!Justo cuando le van a explicar todo!Qué cruel... :D Me tienes enganchada en serio.
1beso:)

Malabaricien dijo...

Como siempre, genial! estoy deseando leer la 4a parte