Cazadores de sombras. Los Orígenes 2: Príncipe Mecánico de Cassandra Clare

Título: Príncipe Mecánico Segunda parte de Cazadores de sombras. Los Orígenes
Autora: Cassandra Clare

Editorial: Destino
Palabras clave sobre el género: Fantasía urbana, personajes, amor, misterio, acción

Puntuación total: 3/5
Edición: 3/5
Narración: 3/5
Diálogos: 3/5
Personajes: 3/5
Relaciones: 3/5

Hace años que leí la primera parte de esta segunda trilogía de Cassandra Clare y sus cazadores de sombras. Antes de empezar, como siempre, os aviso que en esta reseña hablaré de los sucesos de la novela anterior, por lo que, si no la has leído, te recomiendo que vayas directamente al último párrafo.

Inglaterra, época victoriana, los cazadores de sombras no han hecho más que comenzar a pelear con los conflictos que han provocado los Acuerdos. El Magíster es una presencia oscura que acompañará a los personajes a lo largo del libro mientras duran los coletazos de lo que ocurrió en la primera parte. Mortmain desató la desconfianza entre los protectores del mundo oculto, los directores del Instituto londinense están contra las cuerdas y la situación no parece tener intención de mejorar.

Tessa Gray continúa bajo la protectora ala de los Branwell y acompañada por el siempre fiel Jem que, como deseaba en la reseña de la primera parte, tiene más protagonismo, siendo uno de los que más incide psicológicamente. El argumento de esta entrega se deja vislumbrar en las primeras páginas, ya que les encargan localizar a Mortmain y hacerle responder por los actos que ha desencadenado. También conoceremos la inmensa cruz que Will ha tenido que soportar durante años y que nos explicará la razón por la que se comporta de forma tan errante.

Los personajes que ya conocimos en la novela anterior, no tardan en ponerse en marcha para desarrollarse. Tessa es de los personajes que menos cambia, parece estancada en una especie de limbo en el que tiene que estar continuamente decidiendo. Este constante juego hace que sea menos agradable de seguir que el resto. Will, por el contrario, se hace uno de los personajes más atractivos para la lectura. Tanto su alianza con Magnus Bane como su amistad con Jem , además de la historia que arrastra consigo mismo, son cuestiones que te hacen empatizar muy fácilmente con él y comprenderle mucho más. Jem, por otro lado, continúa siendo mi personaje preferido, aunque tiene un alma demasiado cándida para sobrevivir en un mundo tan oscuro como el que vive. El chico del cabello plateado que toca el violín, tendrá más protagonismo y le conoceremos en todas sus facetas. También me gustaría nombrar a los hermanos Lightwood, que son un contrapunto a lo que conocemos como cazadores de sombras porque ambos, por distintos motivos, nos darán diferentes puntos de vista de lo más interesantes.

En cuanto a la escritura, muy basada en los sentimientos de los personajes, es muy agradable y sencilla de leer. Igual que en la primera parte, Cassandra Clare domina muy bien la ambientación oscura y misteriosa propia de la época victoriana. Como siempre, los diálogos son la parte en la que se luce más la escritora, porque deja libre a los personajes con sus voces particulares. También, como mejoras que encontré a lo largo de mi lectura es que los conflictos que presenta son mucho más complicados que en las novelas anteriores que he leído y las resoluciones son más satisfactorias.

Para terminar os quería decir que si sois de los que dejasteis la trilogía original porque os parecía muy ñoña o porque los personajes os resultan volubles (aunque como alguien se meta con Simon, tendrá problemas conmigo…), os recomiendo esta trilogía. Contiene mucha más acción, la trama está dosificada, los personajes están mucho más trabajados y la ambientación es irresistible.

Cita:

—Es lo único que puede hacer —insistió él—. ¿Recuerdas lo que le dice a Lucie? «De haber sido posible… que correspondierais al amor del hombre que tenéis delante, de este hombre degradado, fracasado, borracho y completamente inútil, él se hubiera dado cuenta en este día y a esta hora, a pesar de su felicidad, de que no os habría acarreado más que miseria, tristeza y arrepentimiento, que os habría mancillado y os habría hecho desgraciada, al arrastraros en su caída.»