Título: Los nombres del fuego
Autor: Fernando J. López
Editorial: Loqueleo
Palabras clave sobre el género: juvenil, dimensiones, adolescencia, acción
Puntuación total: 4/5
Edición: 3/5
Narración: 5/5
Diálogos: 4/5
Personajes: 4/5
Relaciones: 4/5
Autor: Fernando J. López
Editorial: Loqueleo
Palabras clave sobre el género: juvenil, dimensiones, adolescencia, acción
Puntuación total: 4/5
Edición: 3/5
Narración: 5/5
Diálogos: 4/5
Personajes: 4/5
Relaciones: 4/5
El pasado mes de febrero salió publicada esta novela en Loqueleo y desde la editorial me preguntaron si me interesaría leerlo para contaros lo que me parecía. Lo cierto es que desde el día de la rueda de prensa en la que Loqueleo empezaba su andadura en el panorama nacional, no había dejado de pensar en Los nombres del fuego. Quizá porque Fernando J. López me había impactado al hablar como lo hizo sobre su novela o porque su portada me dejó con ganas de saber más. El caso es que, aunque haya tardado un poco más de lo que quería, aquí os cuento lo que pienso de mi última lectura.
Xalaquia en 1519 contempla como un guerrero libra la batalla de su vida contra unos rivales para no acatar el destino que otros han escrito por él. Abril, en nuestro tiempo, es una chica que no está pasando por un buen momento. Ha pasado un año desde que sus padres decidieron separarse y tratarla como una niña incapaz de comprender su decisión. Como dice en la contraportada, nos encontramos con dos personajes que, salvando las distancias, tienen varias cosas en común: tiene dieciséis años, no quieren permitir que otros tomen las decisiones que las atañen y las dos se ven ante un camino difícil e, incluso, peligroso.
Sin duda, lo que más llama la atención de esta novela, es la alternancia de narraciones y la forma en las que conjuga ambos tiempos. Obviamente esto no es algo nuevo, si no que se lo digan a la cantidad de historias narradas desde distintos puntos de vista y tiempo, lo que hace que Fernando J. López sea rompedor es su forma de tratar al lector. Y es que, en muchas ocasiones (cada vez más a menudo), los autores pecan de facilones y le dan toda la historia mascada y cerrada, sin pretender que el receptor haga nada más que recibir pasivamente la trama.
Los nombres del fuego no te da todos los datos seguidos, te lleva al siglo XVI y al XXI en escenas in media res para que tú mismo reconstruyas los acontecimientos. Abril, Xalaquia y el resto de personajes alternan episodios pero puedes haber dejado perfectamente a un personaje y encontrártelo metido en un berenjenal la próxima vez que leas algo sobre él. Ha sido sorprendente y hasta desquiciante encontrarte tan perdida como los mismos personajes, sin saber qué más puede depararte el futuro. Y eso sin hablar del final de la novela, que me dejó patidifusa por no esperar esa conclusión tan valiente.
También deciros que, aunque la novela se lea de principio a fin, el autor y la editorial han creado una plataforma web en la que intervienen los protagonistas de formas particulares y que expanden el mundo de Los nombres del fuego.
En cuanto a los personajes diré que Fernando ha sabido captar perfectamente el hastío de un adolescente, quizá en ocasiones exagerado pero ¿quién no ha pensado de ese modo aunque luego no lo mostrara realmente? Yo desde luego que sí. Abril me parece una protagonista que debería verse más a menudo, más real, más tangible porque no es una santa. Ella no piensa bien siempre de la gente, no espera milagros y ha perdido la fe en aquellos que deberían cuidarla. Xalaquia es una joven adelantada a su tiempo, una chica que quiere decidir por sí misma en vez de tener que acatar órdenes. Independiente y extremadamente irreverente conseguirá sacarte de quicio en algún momento con sus planes. Teniendo a las dos indiscutibles protagonistas me gustaría tratar el personaje de Marina, una por la que en principio no daba ni un duro y que me ha sorprendido para bien. Creo que Fernando se vale de ella para tratar un tema de vital importancia en la actualidad y que tiene que ver con las relaciones.
En cuanto comienzas la lectura te das cuenta de que el autor no es ningún aficionado y que tiene la palabra completamente “domada”. En su caso, no solo la narración me ha parecido arriesgada sino que en los mismos diálogos innova de una forma muy sencilla: nunca te dice quién ha intervenido, hace que el propio personaje sea tan particular que no cuesta seguir las conversaciones. Por otro lado también tengo que valorar lo novedosa que me ha parecido la ambientación de Xalaquia y su pueblo porque, salvo en unos casos aislados, no es algo habitual encontrarla.
Los nombres del fuego es una novela a varias voces que trazan dos caminos separados por el tiempo y el espacio. Su arriesgada narrativa y su clara crítica social no dejan al lector la posibilidad de permanecer pasivo ante la historia. Fernando J. López crea una historia que derriba las barreras de la razón y libera la imaginación hasta donde seas capaz de llevarla.
Cita:
Xalaquia en 1519 contempla como un guerrero libra la batalla de su vida contra unos rivales para no acatar el destino que otros han escrito por él. Abril, en nuestro tiempo, es una chica que no está pasando por un buen momento. Ha pasado un año desde que sus padres decidieron separarse y tratarla como una niña incapaz de comprender su decisión. Como dice en la contraportada, nos encontramos con dos personajes que, salvando las distancias, tienen varias cosas en común: tiene dieciséis años, no quieren permitir que otros tomen las decisiones que las atañen y las dos se ven ante un camino difícil e, incluso, peligroso.
Sin duda, lo que más llama la atención de esta novela, es la alternancia de narraciones y la forma en las que conjuga ambos tiempos. Obviamente esto no es algo nuevo, si no que se lo digan a la cantidad de historias narradas desde distintos puntos de vista y tiempo, lo que hace que Fernando J. López sea rompedor es su forma de tratar al lector. Y es que, en muchas ocasiones (cada vez más a menudo), los autores pecan de facilones y le dan toda la historia mascada y cerrada, sin pretender que el receptor haga nada más que recibir pasivamente la trama.
Los nombres del fuego no te da todos los datos seguidos, te lleva al siglo XVI y al XXI en escenas in media res para que tú mismo reconstruyas los acontecimientos. Abril, Xalaquia y el resto de personajes alternan episodios pero puedes haber dejado perfectamente a un personaje y encontrártelo metido en un berenjenal la próxima vez que leas algo sobre él. Ha sido sorprendente y hasta desquiciante encontrarte tan perdida como los mismos personajes, sin saber qué más puede depararte el futuro. Y eso sin hablar del final de la novela, que me dejó patidifusa por no esperar esa conclusión tan valiente.
También deciros que, aunque la novela se lea de principio a fin, el autor y la editorial han creado una plataforma web en la que intervienen los protagonistas de formas particulares y que expanden el mundo de Los nombres del fuego.
En cuanto a los personajes diré que Fernando ha sabido captar perfectamente el hastío de un adolescente, quizá en ocasiones exagerado pero ¿quién no ha pensado de ese modo aunque luego no lo mostrara realmente? Yo desde luego que sí. Abril me parece una protagonista que debería verse más a menudo, más real, más tangible porque no es una santa. Ella no piensa bien siempre de la gente, no espera milagros y ha perdido la fe en aquellos que deberían cuidarla. Xalaquia es una joven adelantada a su tiempo, una chica que quiere decidir por sí misma en vez de tener que acatar órdenes. Independiente y extremadamente irreverente conseguirá sacarte de quicio en algún momento con sus planes. Teniendo a las dos indiscutibles protagonistas me gustaría tratar el personaje de Marina, una por la que en principio no daba ni un duro y que me ha sorprendido para bien. Creo que Fernando se vale de ella para tratar un tema de vital importancia en la actualidad y que tiene que ver con las relaciones.
En cuanto comienzas la lectura te das cuenta de que el autor no es ningún aficionado y que tiene la palabra completamente “domada”. En su caso, no solo la narración me ha parecido arriesgada sino que en los mismos diálogos innova de una forma muy sencilla: nunca te dice quién ha intervenido, hace que el propio personaje sea tan particular que no cuesta seguir las conversaciones. Por otro lado también tengo que valorar lo novedosa que me ha parecido la ambientación de Xalaquia y su pueblo porque, salvo en unos casos aislados, no es algo habitual encontrarla.
Los nombres del fuego es una novela a varias voces que trazan dos caminos separados por el tiempo y el espacio. Su arriesgada narrativa y su clara crítica social no dejan al lector la posibilidad de permanecer pasivo ante la historia. Fernando J. López crea una historia que derriba las barreras de la razón y libera la imaginación hasta donde seas capaz de llevarla.
Cita:
No tengo mucho de eso. Expectativas, quiero decir. En parte porque no sé si es muy práctico acumular deseos que quizá nunca vayan a cumplirse, y en parte porque a veces creo que lo de verdad me da miedo es que se cumplan. No sé si entiendes eso, ni siquiera sé si debería habértelo contado, pero sí recuerdo que justo antes de que empezáramos a besarnos intenté decirte algo así.
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