La chica se alejó de Diego y pudo llegar a poner la mano en el picaporte.- Espera - gritó el muchacho desde su sitio.- ¿A qué? ¿A que nos maten? ¿Es que tú no has visto ninguna película de miedo? - preguntó Laura queriendo abrir la puerta, pero ésta no cedía.- ¿Quieres callarte? Estás histérica - le dijo sin alzar la voz.Laura bufó y se cruzó de brazos.- ¿Qué hacemos?- Ahora mismo decirme si la puerta está cerrada.- Estoy aquí, creo que es un claro indicio de que es así - explicó ella como si estuviera hablando con un niño pequeño.Diego suspiró.- A ver, bonita. Si crees que me hace gracia estar encerrado contigo en una habitación repleta de estatuas raras, estás muy equivocada. Preferiría estar en la boca de un tiburón.- Pues pareces muy calmado para estar harto de mí.- Es que uno de los dos tiene que ser más o menos racional y está claro que tú no eres capaz de usar la cabeza para algo que no sea llevar adornos en el pelo.- Al contrario que tu querida Nuria ¿verdad?Diego iba a contestarla cuando se calló y arqueó una ceja.- ¿A qué viene eso?- Déjalo - desvió Laura.- No, dímelo - insisitó Diego.- ¡N A D A!Entonces unos pasos en el piso de arriba acalló su discusión.
domingo, 16 de noviembre de 2008
El místico grupo de la Escuela Otoño
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