domingo, 16 de noviembre de 2008

El místico grupo de la Escuela Otoño

La chica se alejó de Diego y pudo llegar a poner la mano en el picaporte.
- Espera - gritó el muchacho desde su sitio.
- ¿A qué? ¿A que nos maten? ¿Es que tú no has visto ninguna película de miedo? - preguntó Laura queriendo abrir la puerta, pero ésta no cedía.
- ¿Quieres callarte? Estás histérica - le dijo sin alzar la voz.
Laura bufó y se cruzó de brazos.
- ¿Qué hacemos?
- Ahora mismo decirme si la puerta está cerrada.
- Estoy aquí, creo que es un claro indicio de que es así - explicó ella como si estuviera hablando con un niño pequeño.
Diego suspiró.
- A ver, bonita. Si crees que me hace gracia estar encerrado contigo en una habitación repleta de estatuas raras, estás muy equivocada. Preferiría estar en la boca de un tiburón.
- Pues pareces muy calmado para estar harto de mí.
- Es que uno de los dos tiene que ser más o menos racional y está claro que tú no eres capaz de usar la cabeza para algo que no sea llevar adornos en el pelo.
- Al contrario que tu querida Nuria ¿verdad?
Diego iba a contestarla cuando se calló y arqueó una ceja.
- ¿A qué viene eso?
- Déjalo - desvió Laura.
- No, dímelo - insisitó Diego.
- ¡N A D A!
Entonces unos pasos en el piso de arriba acalló su discusión.

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