Cuando consiguió apartar la piedra que taponaba la entrada a la catacumba, el aire frío pareció salir como una bocanada de alguien que había estado largo tiempo sin respirar. Lo primero que cogió al ponerse en pie para entrar, fue la lámpara de queroseno que iluminaba su alrededor tenuemente.
El pasillo de la galería subterránea era angosto y desde algún lugar llegaba el sonido del agua corriendo. Martín estaba acostumbrado a ese tipo de lugares porque llevaba años explorándolos y descubriendo sus secretos, por lo que su ambiente pegajoso y el olor intenso a muerte no le impresionaron. En cambio sí que lo hicieron las pinturas que aparecieron ante sus ojos.
En gamas de ocres y negros estaban abocetadas figuras humanas descabezadas, los cuerpos se amontonaban formando una gran pirámide, otros sostenían las cabezas en alto o se las colocaban burlescamente. La galería se estrechaba a medida que la violencia crecía en los dibujos y, de un traspié, cayó al suelo.
La lámpara rodó lejos de él hasta apoyarse en una calavera que le miraba con ojos huecos, al instante un coro de murmullos le rodeó, la luz se apagó y su grito quedó ahogado entre las opresivas paredes.
Este relato lo presenté a la III Edición del concurso de Microrrelatos del Museo del Romanticismo. Como ya ha pasado el fallo, quiero compartirlo con vosotros. La temática era el terror y el suspense, espero que os guste y que me comentéis.
El pasillo de la galería subterránea era angosto y desde algún lugar llegaba el sonido del agua corriendo. Martín estaba acostumbrado a ese tipo de lugares porque llevaba años explorándolos y descubriendo sus secretos, por lo que su ambiente pegajoso y el olor intenso a muerte no le impresionaron. En cambio sí que lo hicieron las pinturas que aparecieron ante sus ojos.
En gamas de ocres y negros estaban abocetadas figuras humanas descabezadas, los cuerpos se amontonaban formando una gran pirámide, otros sostenían las cabezas en alto o se las colocaban burlescamente. La galería se estrechaba a medida que la violencia crecía en los dibujos y, de un traspié, cayó al suelo.
La lámpara rodó lejos de él hasta apoyarse en una calavera que le miraba con ojos huecos, al instante un coro de murmullos le rodeó, la luz se apagó y su grito quedó ahogado entre las opresivas paredes.
Este relato lo presenté a la III Edición del concurso de Microrrelatos del Museo del Romanticismo. Como ya ha pasado el fallo, quiero compartirlo con vosotros. La temática era el terror y el suspense, espero que os guste y que me comentéis.
5 comentarios:
Me ha gustado mucho la forma en que consigues meternos dentro del escenario, se visualiza perfectamente lo que nos quieres mostrar :)
No sé si el fallo ha sido a tu favor o no, pero de cualquier forma, felicidades por escribir así.
Me ha encantado. Es increíble y muy difícil que en 200 palabras consigas introducirnos en un ambiente de terror, hacernos partícipes y transmitirnos la angustia, y hacer que ese final casi lo podamos ver y sentir. Aún resuena en mi cabeza el grito. Maravilloso!
Muchas gracias a los dos por comentar =D
@Liki cuánto me alegro de verte por aquí!!! lo cierto es que el fallo no fue a mi favor, pero como me siento "orgullosa" de este relato, quería compartirlo con vosotros y ver qué os parecía.
Es genial que os haya conseguido introducir en la historia ^^
#retoconseguido
Hola,
Soy un autor novel que acaba de sacar su primera novela, "EL AMIGO ESPAÑOL"
Puedes ver toda la info sobre la obra en este enlace e interaccionar en Twitter/Facebook:
http://elamigoespanol.blogspot.com.es/
Y hacerte amig@ en su página de Facebook:
https://www.facebook.com/elamigoespanol
Saludos!! ;))
muy chulo, Marta
Hace un par de semanas hubo un concurso en m80 también de relatos cortos, pero me enteré cuando ya había terminado
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