lunes, 15 de junio de 2009

Yin yang X

Esta vez sí que es una despedida. Como ya dije, no va a haber segundas partes y hace unos días (el jueves 11 de junio) puse el punto final a esta historia con la que he disfrutado muchísimo.

Podría contar muchas anécdotas que han envuelto la escritura de la novela pero creo que ninguna puede expresar de verdad lo que ha significado para mí. Os cuento que llevaba dos años sin escribir una historia seria que nadie estuviera leyendo a la vez que yo la escribiera y eso me ha hecho darme cuenta de lo mucho que la interiorizado.

También tengo que aceptar que los primeros capítulo sí que lo han leído tanto Elmer como Afri pero verdaderamente... no han leído casi nada de la historia. De todas maneras ahora sí que va a ser leída porque ya he conseguido imprimirla (más bien, mi padre me la ha impreso en su trabajo), esta tarde iré a encuadernarla y mañana se la pasaré a mi prima para que corrija y me busque las cosquillas.

Ahora cuando pienso en Yin yang se me hace muy extraño pensar que ya está terminado, que no tengo más capítulos que escribir, que puedo dedicarme a otras novelas. Eso está bien pero me ha dolido comenzar otro word distinto, que nada tiene que ver con Josh, Meiko, Emmerick, Hades...

Les voy a echar de menos pero sé que siempre que lea algún diálogo me reiré al recordar todo lo que me esforcé y disfruté al escribirlo.

Esta vez no es un hasta luego, es una despedida por lo que me es más duro escribir un post. Ya no tengo otra historia que contar sobre estos personajes porque aunque la novela ocupe 362 páginas... hay unas 100 más de añadidos en formato flash back y ya es suficiente jeje, me parece a mí que ya les he explotado suficiente.

Ahora es el momento en el que los demás comenzarán de decirme qué les parece.

La muerte no es algo sencillo, es algo muy complicado y enrevesado que captura al más cauto y al más inesperado de los seres. La muerte es algo que respira, que acecha en todas las esquinas. La muerte no es algo agradable, es algo sinuoso y escurridizo que te atrapa en el momento más inadecuado y cuando te acaricia con sus pútridos dedos… no hay vuelta atrás.

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